sábado, 2 de agosto de 2014

Los grandes Fundadores de Órdenes y sus fundaciones




Escasos días pasan de la celebración de dos gigantes de la Iglesia, santos fundadores, San Ignacio de Loyola y San Alfonso María de Ligorio.
Dos grandes maestros de vida espiritualidad, de la auténtica espiritualidad católica, no de sincretismos de cloaca . Dos lumbreras en sus tiempos, de nobles familias, que supieron conquistar con la cruz el cielo. 
Fundadores de sendas Órdenes, la Compañía de Jesús uno, la Congregación del Santísimo Redentor el otro. 

Órdenes que acrisolaron en Cristo y para la Iglesia la misión de evangelizar, ornando la Iglesia de grandes santos como Francisco Javier, Francisco de Borja, Luis Gonzaga, Claudio de la Colombiere, Estanislao de Kostka, y un largo etcetera de jesuitas santos, por el otro lado, Juan Neumann, Gerardo Mayela, Francisco Javier Seelos, etc... Ahora son ambas estercoleros doctrinales, donde la herejía es el pan de cada día.
Tantos esfuerzos de sus fundadores, tanta excelencia en sus escritos (que merecieron que fuese proclamado doctor de la Iglesia a San Alfonso María de Ligorio), que es ahora pisoteada, repudiada, despreciada por sus hijos, indignos hijos de tales Santos Fundadores.

La anti Iglesia en estado puro, la rebeldía pertinaz contra el dogma católico, no pocas veces aplaudido por la Roma descompuesta en algo que no es la Roma Eterna. La visión de Nerón tocando el arpa mientras comtempla arder Roma, es lo que la jerarquía modernista, aplaudiendo y diciendo"vivimos la mejor época de la Iglesia" contemplan el incendio de la Santa Iglesia, mientras se reduce a cenizas todo. Es desolador. Ciertamente confiamos en las promesas del Redentor, de ese al que ya no conocen los redentoristas, en aras de la nueva religión sincrética mundial. 

Cristo vino a morir en una cruz, para nada, da igual si eres judío (amigo del nuevo Obispo de Roma), protestante con los errores pertinaces, musulmán masacrando católicos, o lo que seas, todos nos salvamos allí donde estemos...

La Compañía de Jesús,antes baluarte de fidelidad a la Iglesia otrora, ahora es la casa del enemigo de la Iglesia, cuyos miembros son deplorables, salvándose unos cuantos buenos jesuitas, cada vez menos. 
La Congregación de Santísimo Redentor, otrora evangelizadora de las zonas rurales, con sus misiones populares, ahora asquerosas manifestaciones de su mentalidad corrompida y su basura doctrinal, alejados totalmente de su fundador el santo obispo napolitano. Se salvan algunos, en España ninguno...

Son ambas instituciones irreconocibles para sus fundadores, con una misión adulterada, y una doctrina imbuida en el error teológico, infectadas de un modernismo cómodo y de vagancia. Vestidos de cualquier cosa sus miembros, parecen solterones asqueados de la vida que llevan. Así les va de bien.

La pena es que muchas de las Órdenes antiguas, por no decir todas, viven una decadencia bochornosa. Algunas harían más bien a la Iglesia desapareciendo para siempre.

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